Trabajar la programación en el aula permite iniciarse y desarrollar habilidades multidisciplinares como la resolución de problemas, la inteligencia matemática, el trabajo en equipo, el desarrollo del lenguaje, el pensamiento lógico y abstracto, la creatividad, la colaboración o la competencia digital. Así, la programación educativa es un medio para trabajar competencias y aprender conocimientos curriculares, y no un fin en sí mismo para crear desarrolladores profesionales.
La programación de software con programas como Scratch y la robótica educativa, así como el uso didáctico de otras herramientas emergentes en el aula, facilita la comprensión de la tecnología aprendiendo a crearla. Lograr el salto de espectador tecnológico a creador permite formarnos en el buen uso de la tecnología, generar un pensamiento crítico sobre el entorno y ganar autonomía en el desarrollo de proyectos.